- Un sueño soñaba anoche,
- soñito del alma mía,
- soñaba con mis amores
- que en mis brazos los tenía.
- Vi entrar señora tan blanca
- muy más que la nieve fría.
- - ¿Por dónde has entrado amor?
- ¿Cómo has entrado mi vida?
- Las puertas están cerradas,
- ventanas y celosías.
- - No soy el amor, amante:
- la Muerte que Dios te envía.
- - ¡Ay, Muerte tan rigurosa,
- déjame vivir un día!
- - Un día no puede ser,
- una hora tienes de vida.
- Muy de prisa se calzaba,
- más de prisa se vestía;
- ya se va para la calle,
- en donde su amor vivía.
- - ¡Ábreme la puerta, blanca,
- ábreme la puerta niña!
- - ¿Como te podré yo abrir
- si la ocasión no es venida?
- Mi padre no fue al palacio,
- mi madre no está dormida.
- - Si no me abres esta noche,
- ya no me abrirás querida;
- la Muerte me está buscando,
- junto a ti vida sería.
- - Vete bajo la ventana
- donde labraba y cosía,
- te echaré cordón de seda
- para que subas arriba,
- y si el cordón no alcanzare
- mis trenzas añadiría.
- La fina seda se rompe;
- la Muerte que allí venía:
- - Vamos, el enamorado,
- que la hora ya está cumplida.
martes, 17 de abril de 2012
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