viernes, 9 de noviembre de 2012

Un recuerdo fantasma -¡Lo que el niño dice señor párroco es de asustarse, pareciera que hubiese vuelto al pasado! -Esto que ha dicho el pequeño -dijo el cura llegando a la habitación- es muy cierto, eran tiempos oscuros esos, BIMA** destrozó vidas señora, usted no lo entiende, porque no vivió en el pueblo fantasma. Contao, sin la gran turbina que iluminaba la zona, deambulaba por el viento norte que lo azotaba cada día más. Hoy lo que este pequeñito ha revelado, es el presente en el que aún vive este pueblo desolado. -Montañez tiene toda la culpa, -decía angustiada la madre- se la pasa contándole cuentos al muchacho antes de ir a la cama, que vienen los fantasmas de las máquinas a destruirlo todo nuevamente, que los faluchos y El Coloso se marcharán con un tropel de incertidumbres, y así, todas las pesadillas que Topollillo tiene cada noche, se vuelven más aterradoras. Hoy no fue la excepción, la única solución es usted señor párroco, (mientras el niño seguía gritando a todo pulmón sus visiones): -¡Alerta Roja para Contao señores! El cura tomó rápidamente su cruz, el agua bendita temblaba en sus manos, la madre gemía de dolor sin comprender el asunto, un Padre Nuestro, un Ave María y todo lo correspondiente a la sacristía parecían no dar resultado, hasta que llega Montañez con un farol en la mano diciendo: -¡Despierta muchacho! El niño se levantó de la cama, su rostro empapado de lágrimas que le otorgaban ese color amarillento, abrazó a su madre, y el párroco se retiró sin decir palabra. Montañez le contó otro cuento esa noche, pero antes le dijo: -No te asustes Topollillo, que así como no volvió nunca más El Caupolicán, ese barco del cual te hablé muchas veces, que desapareció en el mar con su gente, tampoco lo hará la oscuridad. Hoy son días distintos, y yo soy el Sereno que siempre te cuidará, Contao ya no es el mismo, ahora tú podrás inventar una historia más alegre que contar.

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