jueves, 25 de octubre de 2012

La creación Esta es una bonita palabra que normalmente asociamos al mundo del arte y de los artistas. Esto no es cierto, la creación se encuentra oculta tras cada acto de nuestra vida cotidiana. Lo que ocurre es que, por escondida, no llegamos a verla; tan oculta que parece no existir y semeja carecer de importancia o puede estar resueltamente amputada si nuestra actividad diaria, la que nos da de comer, carece de un modo rotundo de cualquier chispa, siquiera algún destello, que pueda encender nuestra creatividad. Creación y arte no son más que un juego, por esto es fácil observar en los niños (cuando no juegan con algún artefacto que lo haga por ellos) que todo juego infantil no es más que pura creación combinada con recreación de las percepciones exteriores, pasadas a través del tamiz de la fantasía o, lo que es lo mismo, arte puro. La capacidad de llevar estos juegos al territorio adulto se pierde ya desde la escuela. A partir de primaria el trabajo educacional pierde prácticamente todo acto creativo, sustituyéndose éste por la inculcación de valores como responsabilidad, orden, disciplina, cumplimiento escrupuloso de horarios etc, valores que suplantaran en la vida laboral a todo proceso lúdico creativo. El sistema educativo de occidente favorece al niño de inteligencia convergente, sin embargo en la infancia el pensamiento suele ser de calidad divergente, busca las soluciones basándose en juicios más próximos a la fantasía que a la lógica. Esta fábrica de mentalidades convergentes consigue que los estudiantes se adecuen con facilidad al tipo de trabajo que exige el aparato académico sin poner en tela de juicio su orientación intelectual y académica o incluso valores éticos como por ejemplo aceptar que más producción y más consumo es sinónimo de más desarrollo. Mediante esta fomentación y apoyo a la mentalidad convergente se consiguen individuos que se asirán a estereotipos para resolver sus necesidades sicológicas y sociales, asumiendo modelos de conducta que les servirán de pauta para orientarse en el medio social. Normalmente el individuo no buscará nada fuera de estos patrones si no quiere ser rechazado; sometido a estas reglas y modelos de interacción social se convertirá en una personalidad sujeta a todas las actividades al nivel de civilización de la sociedad en la que vive; una sociedad modelada en la que el acto creativo ha sido extirpado. En este momento este texto adquiere calidad de pura vindicación. Construir un hábitat donde se potencie el acto creativo y se combata la eliminación sistemática de éste en el desarrollo de nuestras actividades es algo que no se debería dejar de lado si queremos una sociedad compuesta por seres humanos libres en la que el trabajo no sólo sea el soporte para conseguir la manutención en términos materiales, sino también en términos de desarrollo personal y colectivo, convirtiéndolo en una experiencia lúdica de interacción entre las personas, teniendo que eliminar para ello todos aquellos oficios que no son necesarios -incluso son perniciosos- ni para el individuo ni para la sociedad; sustituyendo el culto al trabajo por la alegría de producir (o de dedicar el tiempo a) aquello que es realmente necesario para el bienestar de la humanidad y tratando de que todas aquellas potencialidades que cada cual atesora (es obvio que, salvo excepciones, todos tenemos más de una vocación) puedan ser desarrolladas sin pensar en términos mercantilistas. Se obtienen mejores resultados en cualquier disciplina cuando un equipo de gente trabaja junta encontrando la creación y el entusiasmo y alimentando ésta mediante la actividad de un modo recíproco. Sustituir el concepto de masa social (informe y carente de todo impulso creativo) por el de sociedad avanzada en plena interrelación creativa. En esto, la sociedad debe ser absolutamente egoísta: debe quererse tanto a sí misma como para no consentir que el acto creativo sea extirpado de su existencia. Todo aquel que no encuentra la creación en lo cotidiano es fácilmente manipulable y utilizable para cualquier fin por obtuso que este sea si a cambio se le ofrecen bienes materiales. Sencillamente esto es así por que no profesa ninguna pasión, amor o mera atracción por nada, ya que ha sido programado para no disfrutar en absoluto del tiempo que dedique a trabajar, lo que significa la mayor parte de sus horas de vigilia. Lejos de estar conscientes de esto, nuestra vida está destinada tanto desde el mundo laboral como desde las ofertas de ocio de gran consumo (y es por este motivo por el que estas ofertas cuentan con gran apoyo de difusión y divulgación) a ser atrofiada en el desarrollo de toda personalidad creativa que pueda transformar la sociedad de forma que sus miembros puedan elegir hacer aquello que les resulta creativo, superando con esta sencilla herramienta, fundamentada en una gran autoestima y en la exigencia de tener una vida disfrutada en plenitud, todos los miedos con los que el poder nos convierte en personas "nobles buenas y trabajadoras". No obstante cada vez existen más personas conscientes del valor que tiene una vida irrepetible y si alguna vez la sociedad cambia será porque comprende que debe desprenderse de todas las losas -esta de la que he hablado no es más que una de ellas- con las que nuestra capacidad de encontrar la plenitud se haya sepultada.

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