jueves, 25 de octubre de 2012

La vida plena El aislamiento es, más que una tendencia, una realidad consumada en el modo de vida de nuestra "desarrollada" sociedad industrial y post-industrial. Podemos mantener contacto en nuestro entorno laboral, pero es un contacto estéril e improductivo: en el terreno laboral nuestro comportamiento y, por tanto, lo que podemos compartir con los demás, está sujeto a las pautas que marque el propio trabajo y esto consigue que sea el enfrentamiento y (o) la competencia lo que con mayor frecuencia impere en este tipo de relaciones; podemos mantener algún tipo de contactos para compartir el ocio, pero por regla general la vida termina circunscribiéndose al entorno familiar cohabitativo o a la soledad, convirtiendo en individuos-isla a la población. La posibilidad de desarrollar de una manera empírica nuevas forma de relación entre las personas que conduzcan a nuevos modelos de existencia es bastante complicada. De lo que estoy hablando es de no sólo compartir ratos de ocio o jornadas de trabajo sino de compartir experiencias que den otro tipo de rédito y que aporten utilidad al interior y, por tanto al entorno, del individuo y hacer de este trabajo mediante un proceso de interrelación lúdica una experiencia que aporte la felicidad imposible de obtener en un universo aislado y carente del enriquecimiento que siempre supone el trabajo -y no hablo de vender nuestro tiempo y salud a cambio de dinero- en convergencia con los demás. Soy consciente de la dificultad que conlleva combatir el aislamiento cuando se realizan jornadas laborales extensas que nos dejan con poca energía, tan sólo con la necesidad de dedicar el resto de nuestras horas de vigilia a intentar -sin conseguirlo- olvidarnos del trabajo. Para eso estamos programados desde nuestros tiempos escolares, para ser un montón de individuos-isla mermados en su capacidad constructiva de progreso y desarrollo real, puesto que ese tipo de desarrollo es imposible realizarlo desde posiciones individuales; sólo desde una experiencia grupal es factible la construcción de nuevas formas de vida.... Al hilo de estas reflexiones se me ocurrió el siguiente relato breve. LA VIDA PLENA Mister x despertó y sintió, como casi todas las mañanas una agradable sensación de bienestar. Se recreó un momento con el embozo de la sabana aún cubriéndole parte de la cara, en desglosar lo que le esperaba para el día que comenzaba; iba a ser un buen día, como la mayoría de ellos. Mister x se sentía feliz. Comenzó por ir a visitar a la mujer con la que compartía su vida. Muchas veces preferían no dormir juntos, pero era un ritual establecido que el primero que se levantase fuese a la habitación del otro y se introdujese en su cama. A veces comenzaban el día haciendo el amor. Le pareció muy extraño que ella no se encontrase dentro de la cama. No estaba en el cuarto. La buscó por el resto de la casa. Era bastante raro que se hubiese marchado sin avisarle, sin visitarle antes en su cama. Alguna explicación habría. Mister X no era persona que tendiese a preocuparse por adelantado; llegado el momento ya se enteraría del porque de esa extraña circunstancia. Siguiendo con el plan trazado para ese día se preparó un buen desayuno en la cocina. Abundante y sano; debía coger fuerzas pues pensaba trabajar bastante durante la jornada. Entró en su estudio de pintor. Con este trabajo no ganaba mucho dinero, pero le alimentaba el espíritu lo suficiente como para que fuese una actividad de la que no podía desprenderse. En la actualidad tenía entre manos una obra que le intrigaba sobremanera. No era mas que un fondo verdoso con una textura rugosa conseguida con algunas pinceladas ocres y amarillentas sobre la que proyectaba manchas circulares rojas y anaranjadas. Podía parecer, visto de lejos, un prado poblado de amapolas silvestres, pero no era está imagen lo que intrigaba a Mister X; para él no era otra cosa que un combate contra el vacío; una manera de autogratificarse por su existencia plena. Quiso continuar con su composición, pero no era capaz de hacer ninguna acción mas allá de contemplar el trabajo realizado hasta el momento. Quizá no era el día. Volvió a la cocina y se preparó un café. El día no estaba saliendo como esperaba, pero sólo acababa de comenzar. Tomó el café y fue a su estudio de música. De esta actividad era de la que vivía realmente. Estaba trabajando en un encargo de una banda sonora para un documental. Encendió computadores y sintetizadores y comenzó a escuchar algunas bases que ya tenía preparadas. Su intención era incorporar algún instrumento acústico, cogió una guitarra de sonido cristalino y comenzó a jugar con algunos arpegios sobre la armonía pregrabada. aquello que tanto le había gustado el día anterior le pareció cansino y aburrido. Definitivamente hoy no era el día. Se dirigió de nuevo a la cocina. un simple vaso de agua fresca esta vez. Su pensamiento volvió a la extraña circunstancia de que su novia hubiese marchado sin decir nada. Quizá hubiese dejado una nota en su dormitorio y el no la hubiese visto. Regreso al dormitorio de ella para buscar algún indicio aclaratorio. Su sorpresa fue mayúscula cuando, tras abrir la puerta y franquear el umbral se mostró ante sus ojos una estancia diáfana. Todo había desaparecido, sólo paredes y una ventana cerrada. Abofeteó su rostro intentando despertar de una pesadilla que no era tal. Al constatar que no estaba dormido salió de la habitación y se dirigió con un nudo en el estómago, a su estudio de arte. Lo que encontró en él fue lo mismo: una estancia diáfana. Y conforme fue recorriendo las distintas estancias sólo pudo constatar que toda su casa estaba absolutamente vacía. Intento abrir una ventana para comprobar si la vida en el exterior continuaba o también era presa del vacío, pero resultaba imposible. Veía crecer rápidamente desde la base de los cristales en el exterior, una tupida enredadera que pronto aislaría todas las estancias de la luz del día. Se precipitó hacía la puerta que daba a la calle. Necesitaba salir de la asfixia de aquella pesadilla y mantener algún contacto humano que le transmitiese que la vida todavía existía. Pero no la encontró: donde debía estar sólo había ahora una continuación del muro. Jamás saldría de ahí.

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